Como creyente nacido de nuevo, tienes morando en tu interior al espíritu de fe de Dios. Tienes la vida y la naturaleza de Dios. La fe es el fruto del espíritu humano renacido (Gálatas 5:22), y ésta tiene la capacidad de producir el mismo resultado que Jesús produjo en Su ministerio terrenal (Juan 14:12).
La fe debe utilizarse en las cosas que no se pueden ver, antes de que pueda ser aplicada en las que se ven. La fe se desarrolla por medio de nuestra comunión con el Padre. Y tu relación con Él es el aspecto más importante de tu vida de fe. Tú no puedes ver a Dios, sin embargo, Él se puede revelar a ti a través de Su Palabra, y por medio del Espíritu Santo.
La fe que mueve montañas, consiste únicamente en creerle a Dios y obedecer Su Palabra. Y no puedes creerle a Dios, si aún no lo conoces. La comunión, consiste en un tiempo de calidad que tú inviertes a solas con el Señor para conocerlo. Tu comunión con Él desarrollará confianza. Y esto hará crecer tu fe, pues le estás dando la oportunidad a Dios de que Se revele a tu vida, y lo conocerás. Tener comunión con Dios, a quien no puedes ver, da como resultado el tipo de fe que puede cambiar las cosas en el mundo natural.
También puedes fomentar el desarrollo de tu fe a través de meditar y confesar la Palabra de Dios. La fe consiste en accionar. Cuando tú crees que recibes estás actuando en fe. Dios le dijo a Josué: «Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien» (Josué 1:8). Meditar te revelará cómo debes actuar en la Palabra. La confesión es parte de la meditación. Cuando confiesas la Palabra para ti mismo, estás meditando en ella. No puedes declarar una cosa y pensar otra diferente. Ya que lo que tu meditas con regularidad es lo que crees. Meditar y confesar harán que puedas creer en la Palabra de Dios lo suficiente para ponerla en práctica en fe.
La fe también puede desarrollarse a través de la oración en el espíritu. Leamos Judas 20: «Pero ustedes, amados hermanos, sigan edificándose sobre la base de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo». Orar en otras lenguas, es un ejercicio espiritual; pues cuando le dedicas tiempo todos los días, mantienes tu espíritu activo, en lugar de mantenerlo pasivo. ¡Y serás edificado sobre tu santísima fe!
junio 29