Luchar con problemas del pasado puede ser muy difícil. Sin embargo, para el creyente las buenas noticias son que comenzamos a estudiar este tema con una promesa. Ya que de acuerdo con 2 Corintios 5:17: «…si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!».
No importa qué tan complicados y dolorosos sean esos problemas, no existe nada que la promesa de sanidad para tu vida en Jesús, no pueda solucionar. En el momento que naciste de nuevo, Jesús borró, a través de Su sacrificio en la Cruz, todo el pecado del pasado, del presente y del futuro (incluso aquellos pecados que te causaron otras personas). Espiritualmente, estás limpio delante de Dios, y puedes recibir una restauración completa en todas las áreas de tu vida por medio de Su Espíritu. Nosotros creemos que cada pensamiento, cada recuerdo, y cada emoción, pueden llegar a tomar un lugar de paz y sanidad.
Sólo recuerda, la sanidad interior muchas es veces un proceso; en lugar de un solo acontecimiento. A medida que le dediques más tiempo a Dios y a Su Palabra, te darás cuenta que Él traerá sanidad a aquellas heridas internas, y a los recuerdos del pasado.
Colaborar con Dios, es una parte importante en este proceso. No revivas esos eventos en tu mente. No es fácil, pero cuando esos pensamientos surjan; puedes controlarlos al declarar la Palabra de Dios con tu boca.
A continuación, te mostraré cómo puedes hacerlo; cuando tengas un recuerdo doloroso, has la siguiente declaración en voz alta: Padre Dios, te agradezco por la libertad que me diste por medio de Jesús. Y te agradezco porque cada herida, y cada dolor que me ocasionaron, es lavado por Tu sangre. En este momento, escojo pensar en todas las cosas buenas que me prometiste en Tu Palabra, y te agradezco por mi sanidad en el nombre de Jesús.
Has esta oración de manera constante, y verás que el pasado perderá la capacidad de controlar tu futuro. Te animamos a que continúes en tu caminar con Dios, y a que reconozcas que no estás sólo. Dios prometió nunca desampararte ni abandonarte (Hebreos 13:5). Él te acompaña en cada paso que das en el camino hacia una restauración completa.