«Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.»
(Santiago 3:17)
La contienda no sólo es uno de los peores enemigos del amor, sino también es muy peligrosa.
Kenneth y yo recibimos esa revelación hace muchos años, cuando leíamos Santiago 3:16. Aprendimos que la contienda le abre la puerta a la confusión y a toda obra perversa, entonces tomamos la firme decisión de que nunca la dejaríamos entrar en nuestro hogar o en nuestro ministerio. Desde ese entonces, empezamos a tratarla como si fuera una serpiente cascabel. Sabíamos que era mortal, entonces nos negamos a darle entrada a nuestra vida.
Ahora, puedo testificarle que esa decisión cambió todo e hizo posible que disfrutemos del maravilloso matrimonio que tenemos hoy.
Por favor, no me mal entienda: Cuando digo que tenemos un maravilloso matrimonio, no estoy diciendo que nunca tenemos desacuerdos. Algunas veces, tenemos roces entre nosotros como todos los demás. En ocasiones, nos irritamos el uno con el otro; y aunque estamos creciendo en el SEÑOR, ¡ninguno de nosotros es perfecto todavía!
Pero cuando tenemos ese tipo de roces, de inmediato hacemos algo al respecto. Si alguno de nosotros se enoja y le habla de manera grosera al otro, rápidamente nos arrepentimos y le pedimos perdón. Luego, resolvemos el problema (o lo pasamos por alto si es necesario), y retomamos nuestra armonía de inmediato.
Yo seré la primera en admitir que algunas veces es difícil dejar pasar un problema cuando uno piensa que está en lo correcto. Sin embargo, independientemente de cuál sea el problema, si usted entra en contienda; está equivocado. Aunque tenga la razón, está equivocado, pues la contienda por sí misma es perversa.
En 1 Corintios 13:5, leemos: “El amor… no insiste en sus propios derechos ni busca salirse con la suya…” (AMP). Por tanto, cuando está viviendo en amor, no buscará salirse con la suya, aunque esté convencido de que ¡está en lo correcto! Si ama a alguien, lo dejará salirse con la suya, y que tenga la razón. Aunque usted no esté de acuerdo con ellos, les mostrará respeto y será amable con ellos de todas maneras. No dejará que sus diferencias lo hagan estar en contienda.
Recuerde esto la próxima vez que sea tentado a entrar en contienda. Antes de que provoque la contienda al querer demostrar con su propia sabiduría de que usted está en lo correcto, y ellos no; asegúrese que las palabras que está a punto de decir sean puras, pacíficas, amables y benignas (Santiago 3:17). Y si no lo son, será mejor que mantenga su boca cerrada y guarde sus palabras. En esos momentos, el silencio puede ser el mejor tipo de sabiduría que pueda mostrar… la sabiduría que proviene del amor.